Llegó al club respondiendo quién era y terminó quedando en la historia para siempre. Gonzalo Porras, un hombre de palabra, el nuevo protagonista de Sin Espacio.
¿En qué anda Gonzalo Porras?
Ahora me encuentro en España, trabajando en el sector inmobiliario y con un grupo de socios amigos tenemos una empresa de representación de jugadores, así que me mantengo dentro del fútbol.
En tu llegada a Danubio tuviste un recibimiento multitudinario porque coincidió con el retorno de Álvaro Recoba. ¿Qué recordás de aquella tarde?
La verdad que fue muy linda la presentación y a la vez cómica. Efectivamente cuando el «Chino» Recoba volvió de Europa la sede estaba repleta de gente, fue un recibimiento impresionante y yo caí sobre la hora con mi representante (Mario Orta). Pedí permiso, subí las escaleras y noté que los hinchas me miraban como diciendo, ¿Y este que llega tarde quién es? Por suerte uno me reconoció y ahí me saludaron. Firmé y quedó una anécdota buenísima.
¿Qué te dejó esa primera etapa en Danubio para que luego decidieras volver?
El Danubio del 2010 me dejó muchas amistades, una gran relación con Jorge Giordano, un muy bien vínculo con la directiva pero sobre todas las cosas un cariño enorme de la gente. Sé que es un equipo que siempre saca jugadores y el hincha es muy pegado a ellos, pero sin embargo vine de afuera y me recibieron espectacular. Por esa razón cuando se dio la oportunidad de regresar en 2013 no lo dudé y la verdad que fue una gran decisión.
Cuando se dio ese regreso, tenías una oferta de unos de los equipos fuertes del medio. ¿Es así? ¿Por qué elegiste jugar en el club?
Sí, es verdad, es así. Yo tenía algunos ofrecimientos del exterior y en ese momento junto a mi representante nos reunimos con Óscar Curutchet y demostró el interés junto a Leonardo Ramos de llevarme. En consecuencia le dimos la palabra que si jugaba en Uruguay lo hacía acá y a los pocos días me llamó Luis Bruno (dirigente de Nacional). Respetamos eso mismo, la palabra, y la respuesta que le di fue: «si juego en Uruguay lo hago en Danubio, si a fin de año mantienen el interés me llaman y volvemos a hablar».
A propósito… ¡Qué campeonato que se ganó en esa temporada con Leo Ramos!
Fue increíble y la mejor final que tuvo el Campeonato Uruguayo. El trámite fue de locos, nos pasaron a ganar en el alargue y en la última jugada Wanderers tuvo una posibilidad para liquidarlo, en la respuesta viene el gol en contra de Maximiliano Olivera, después de una corrida bárbara de Camilo Mayada. Era un plantel muy unido, solidario y si uno perdía la pelota, tenía «cinco leones» atrás para recuperarla. La prueba de eso fue esa final inolvidable.
Previo a esa gran final hay un «quiebre» que fue la semifinal/final del 3-0 en el Luis Franzini. ¿Qué tanto se trabajó en lo anímico?
Hubo una charla previa muy emocional, donde casi no se habló de fútbol. Terminó todo el plantel llorando después de ver un video que inició mi familia hablando y finalizó la de Jadson (Viera). Fue impresionante. Salimos a calentar con lágrimas en los ojos y cuando entramos tuvimos una actitud imponente.
De ese equipo fuiste líder y capitán. ¿Qué sentiste al levantar esa copa?
Fue un año de aprendizaje de principio a fin. El capitán absoluto era Jadson Viera que demostró su personalidad y liderazgo hasta los últimos partidos, pero yo por suerte tuve la inteligencia de exprimirlo al máximo y sacar muchas de las cosas que él hacía. Él era muy motivador sin la necesidad de hablar mucho. Fui mirando y aprendiendo, para cuando se diera dar una charla o una arenga, estuviera completamente preparado.
Al club volviste en otra función y fue después del descenso. ¿Cómo encontraste al club?
El descenso fue muy duro, muy complicado. Si bien yo no estaba porque me sumé al cuerpo técnico en la Segunda División, a Leo (Ramos) obviamente ya lo conocía y también a varios jugadores, lo sufrí. En Danubio no solamente generé algo en la interna, también me hice amigo de hinchas como Felipe Cotelo, Richard Birriel y el «Negro» José Suárez. Sé lo que esa gente ama al club, por eso sufrí y también por eso volví.
¿Te quedaste con ganas de tener una tercera etapa en el club?
Sí, me quedé con ganas de jugar nuevamente en Jardines con nuestra gente, más clásicos con Defensor Sporting y sentir el aliento de la hinchada de Danubio que con lo difícil que es me la pude ganar igual.
Hablale a ellos entonces, al hincha…
Estoy eternamente agradecido. No solamente cuando me puse la camiseta de Danubio viví el respeto, cuando jugué por Nacional en Jardines del Hipódromo también y eso se valora mucho. Ojalá sigan acompañando siempre al equipo y que pronto tengan la alegría de sumar la quinta estrella.
Gonzalo Porras, el capitán que vino desde afuera para meterse en el corazón de hincha.